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sábado, 4 de mayo de 2013

La lógica de los recuerdos

Van a doler siempre, los recuerdos. Tengo algunos archivados en pequeñas cajitas. Algunas de madera y con un cierre sencillo, otras metálicas, candadas bajo llave.

A veces abro un armario, y lo veo todo tan revuelto, que sin pensarlo demasiado me pongo a ordenarlo un poco. A veces en ese armario hay alguna cajita. Y a veces, en un impulso kamikaze las abro y despliego su contenido sobre la colcha de mi cama.

La de madera duele más. Soy tonta, sé que siempre acabo llorando con esos recuerdos, y aún así insisto en revisarlos pausadamente uno por uno, con cariño incluso.
Para otros no he encontrado un recipiente adecuado, y simplemente están en unos sencillos sobres de colorines. Oh, esos también duelen a pesar de la decoración externa.
En realidad duelen todos. La cronología no tiene influencia alguna en el dolor. Los recuerdos de la caja de madera son de 3 años atrás, y aún sangran. En cambio, los encerrados en la cajita metálica son apenas de hace un año, y están bien sellados. No hay lógica alguna en el dolor. Pero realmente, ¿hay lógica en algún sitio?

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