Lo que escribimos es lo único que quedará de nosotros.

jueves, 28 de febrero de 2013

Una vez más, escribiendo en el metro

Botas militares, tan a la moda hoy en día entre hombres y mujeres. Vaqueros encajados perfectamente en unas moldeadas piernas que intuyo, sufren un mínimo de horas semanales en el gimnasio. Parca como abrigo, de color ceniza. Dios, qué jodidamente bien le quedan esas cintas con su botón en las mangas.. Mierda... Mirando las mangas de su abrigo mi mirada ha decidido aterrizar sobre sus manos. Y qué manos... Me recuerdan a alguien... E inmediatamente esa repentina atracción hacia ese joven que impasible me mira, ignorando que le desnudo con la mirada, desaparece. No deja de parecerme atractivo, simplemente el recuerdo de unas manos trae consigo un rostro, unos ojos tan grises, que podrían perfectamente ser plata, y unas manos, qué manos... Jamás probé suavidad igual. Jamás me cansaré de probar ese tacto. Nada se le compara.
El joven me sonríe desde su asiento, yo le ignoro desde mi trocito de vagón de metro, contra el que me apoyo, de pie. Me ha mirado. ¿Por qué me mira? Ah si, debe de ser por esa sonrisa tonta que me inunda el rostro. Me miran él, y 20 personas más. Todos ellos me dan igual. Es atractivo, sin duda. ¿Más que Él? Nah, a mis ojos nadie es mejor que Él. Ha perdido totalmente el privilegio de mi atención, le miro un instante, me disculpo muda por robarle su imagen y atrapar aquí un poquito de él. En ese caso, tal vez necesitaría siglos mirando sus ojos de plata para compensar el haberle atrapado así. Empezaré con un "lo siento"..

No hay comentarios:

Publicar un comentario