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lunes, 25 de febrero de 2013

SUEÑOS DE UNA INSOMNE DESPIERTA

Aquí os dejo el primer capítulo de un proyecto algo mayor que las pequeñas narraciones a las que os tengo acostumbrados. Se llama (de momento, no es definitivo) SUEÑOS DE UNA INSOMNE DESPIERTA, y es algo que empecé el verano pasado, allá por el mes de Julio. Por razones que no vienen al caso lo dejé un poco en el olvido, y ahora lo retomo con fuerza y ganas. Espero que os guste, os dejo el extracto y el link del blog en el que exclusivamente iré subiendo los capítulos de esta historia conforme la vaya modelando.



MAYO


Con las piernas dolorosamente entumecidas, y el pensamiento ralentizado a causa de las extenuantes horas de quietud casi mortal frente a su escritorio, la joven consideró finalizada la jornada de estudio, ya que a esas alturas del día sus ojos alcanzaban grados insospechados de escozor. Concluyó el episodio apagando el flexo que milagrosamente sobrevivía tras horas y horas de sacrificado servicio. De forma casi ritual apiló sus apuntes y dejó desperdigados los utensilios de escritura en un curioso y complejo orden que sólo ella parecía comprender. Se desperezó con la naturalidad de un felino, echó un último vistazo a su sala de estudio, y descalza, se dirigió a su dormitorio atravesando el largo pasillo amoquetado que conectaba ambas estancias, en busca de un atuendo cómodo pero que no desentonara si salía de casa, pues tal y como estaba vestida ahora, en pijama, no tardarían en tratarla de loca desequilibrada en cuanto pusiera un pie en la calle.
Halló lo que buscaba en la primera puerta que abrió de su armario: unos vaqueros cuidadosamente doblados. Una prenda muy socorrida, ya que aportaba a sus movimientos esa ansiada comodidad y soltura que tan útil le iba a resultar en aquel momento. Deliciosamente cómoda y al mismo tiempo agradable a la vista, ya que resaltaba su figura con la ayuda de unos estratégicos degradados sobre la tela.
Los dejó sobre la colcha de su cama tan perfectamente doblados como los encontró para emprender una frenética carrera por encontrar cuanto antes una camiseta adecuada que se ajustara a sus planes aquella tarde. Abrió la ventana para evaluar la temperatura ambiental y empezar así a descartar prendas en vista de que no se decidía por ninguna.
Se quitó la camiseta ancha y de estampado infantil que había relegado de su armario de calle para usarla como pijama, y así, medio desnuda, se fue probando una prenda detrás de otra. Ninguna le parecía apropiada… Y ya, cuando había vaciado de ropa tres de los cuatro cajones de su cómoda, se decidió por una verde militar con el dibujo frontal desgastado por el uso. La pasó por encima de sí, y caminó hacia el espejo, esperando que éste le diera su muda aprobación. "Perfecta", pensó, y se sonrió pícaramente a sí misma. La camiseta dejaba visibles unos hombros morenos y perfectamente modelados, con muchísimas horas de natación invertidas en alcanzar su perfección. Sobre las líneas de ambos omóplatos, dos minúsculas y finas cicatrices rosadas apenas visibles guardaban un secreto... Un secreto del que ella se enorgullecía, pero que le pesaba silenciar a veces...

La camiseta dejaba visibles unos hombros morenos y perfectamente modelados, con muchísimas horas de natación invertidas en alcanzar su perfección. Sobre las líneas de ambos omóplatos, dos minúsculas y finas cicatrices rosadas apenas visibles guardaban un secreto... Un secreto del que ella se enorgullecía, pero que le pesaba silenciar a veces...Acarició el contorno de las finas marcas, y quiso sentirse libre, anheló más que nunca la libertad... En un movimiento involuntario vio la hora de su reloj reflejada en el espejo, si se entretenía mucho más se quedaría sin la luz del sol, no pudiendo realizar así lo que tenía previsto para aquella primaveral tarde de finales de Mayo.
Acarició el contorno de las finas marcas, y quiso sentirse libre, anheló más que nunca la libertad...
En un movimiento involuntario vio la hora de su reloj reflejada en el espejo, si se entretenía mucho más se quedaría sin la luz del sol, no pudiendo realizar así lo que tenía previsto para aquella primaveral tarde de finales de Mayo.


Perdió dos minutos más recorriendo su figura en la imagen que proyectaba aquella superficie irisada. Se sentía bien en ese cuerpo aunque éste no fuera nada extraordinario. En su día a día pasaba completamente desapercibida, pero sabía cómo sacarse partido y atraer miradas sin resultar extravagante, y sin enviar señas mudas y equivocadas de algo que no era. Tenía personalidad, pero nadie reparaba en ella, todos se quedaban con el físico. Al primer vistazo la descartaban como posible conquista tan sólo por la sencillez que irradiaba. Pero eran esos mismos los que perdían el aliento viéndola bailar los sábados en las discotecas de su ciudad, los mismos que intentaban seducirla por turnos, y los mismos a los que ella sonreía y con sutileza rechazaba.

La camiseta dejaba visibles unos hombros morenos y perfectamente modelados, con muchísimas horas de natación invertidas en alcanzar su perfección. Sobre las líneas de ambos omóplatos, dos minúsculas y finas cicatrices rosadas apenas visibles guardaban un secreto... Un secreto del que ella se enorgullecía, pero que le pesaba silenciar a veces...



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