La vida está diseñada para impedirnos alcanzar la felicidad. Nos permite experimentarla unas décimas de segundo, unas horas, unos días, unos meses, para después arrebatárnosla hundiéndonos en el dolor.
La vida jamás va a permitirnos ser felices al completo. La vida está minuciosamente diseñada para impedirnos alcanzar la felicidad. Nos pasa el caramelo por el contorno de los labios, y justo en el instante en que vamos a recorrerlos con la legua, con el propósito de captar con mayor plenitud su sabor, justo en ese instante, nos retira tan dulce sensación, sustituyéndola por los más amargos granos de café. Todo ocurre tan velozmente que somos incapaces de reaccionar a tiempo, mucho menos podemos anticiparnos. Por lo que en menos de lo que dura un suspiro, nos privan del dichoso caramelo que tanto nos ha costado desenvolver.
En apenas un suspiro nos privan de aquello por lo que tal vez hemos luchado meses o años, en un suspiro nos obligan a retroceder 3 zancadas por cada paso de hormiga que dimos en el camino por acercarnos a nuestro objetivo.
Lo que la vida ignora, y si lo sabe no tiene poder para impedirlo, es que el ser humano es el organismo vivo más tozudo sobre la faz de la tierra. Lo que la vida ignora, es que por amor avanzaremos hasta donde haga falta, a pesar de que nos obliguen a retroceder mil veces, a pesar de pelarnos las rodillas en los cientos de caídas que sufriremos por el camino. Tendremos los pies en carne viva de caminar sobre brasas, pero por amor seguiremos avanzando. Da igual que sea amor hacia alguien, amor hacia algo material, o amor hacia un sueño u objetivo. El amor en todas sus facetas, todo lo puede.
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