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jueves, 15 de noviembre de 2012

Y todo, ¿para qué?

Tener a tu espalda una retahíla de acontecimientos que pueden servirles a otros para no cometer las mismas estupideces que yo. Que todo el dolor experimentado ha sido en vano, que nadie escuchará mis palabras, nadie creerá que de verdad es posible recuperarse de los golpes, nadie me hará caso... Es frustrante... Y es duro darse cuenta de que los ánimos recibidos esos horribles meses, fueron solo eso, palabras de aliento, palabras vacías, y sin fundamento... Pues prometían un futuro sabio. Decían, "algún día evitarás esto en otra persona, mirarás hacia atrás, y te darás cuenta de que has sido útil..." ¿De qué sirve saber, si nadie tomará mis conocimientos?

No he sufrido esto para ver ahora en primera fila cómo haces oídos sordos a mis advertencias y consejos, no quiero ver cómo avanzas por el mismo camino que yo ya recorrí, no quiero ver cómo acaba, porque me sé el final del cuento... Sé cuál es el siguiente capítulo, y dudo mucho de que como yo, tú tengas esa pequeña ampliación en la novela que me ha sido concedida aún no sé bien por qué. 
Las segundas oportunidades existen, tal vez aún no has recibido la tuya, pero para recibir, primero hay que dar.. Si tú no le das una segunda oportunidad a la vida, ¿qué te hace pensar que ella te la otorgará a ti? 
Piénsalo.

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